sábado, 17 de mayo de 2008

tranvia

Por fin. La desconocida subía siempre en aquella parada. "Amplia sonrisa, caderas anchas... una madre excelente para mis hijos", pensó.
La saludó; ella respondió y retomó su lectura: culta, moderna.
Él se puso de mal humor: era muy conservador.

¿Por qué respondía a su saludo? Ni siquiera lo conocía.
Dudó. Ella bajó.
Se sintió divorciado: "¿Y los niños, con quién van a quedarse?"


ANDREA BOCCONI