jueves, 6 de septiembre de 2007

CRÓNICA DE LA CIUDAD DE RIO



Crónica de la ciudad de Río
En lo alto de la noche de Río de Janeiro, luminoso, generoso, el Cristo del Corcovado extiende sus brazos. Bajo esos brazos encuentran amparo los nietos de los esclavos.
Una mujer descalza mira al Cristo, desde muy abajo, y señalándole el fulgor, muy tristemente dice:
—Ya no va a estar. Me han dicho que lo van a sacar de aquí.
—No te preocupes —le asegura una vecina—. No te preocupes: Él vuelve.
A muchos mata la policía, y a muchos más la economía.
En la ciudad violenta, resuenan balazos y también tambores: los tambores, ansiosos de consuelo y de venganza, llaman a los dioses africanos.
Cristo sólo no alcanza.
EDUARDO GALEANO ,uruguayo, contemporáneo